Antes de nada: Sí, soy republicano. Creo que la república es la mejor forma en la que se puede expresar un estado democrático. Las Monarquías no dejan de ser rescoldos de anteriores formas de estado que todavía no se han superado, aunque se hayan disfrazado en formas parlamentarias. Es lo que tienen las instituciones más poderosas y antiguas, que cuesta horrores superarlas, fundamentalmente por la pátina de tradición y estabilidad que se les presupone.
Y hoy se conmemoran los 80 años del establecimiento de la II República. Y sinceramente creo que en este país, que a veces es de auténtica pandereta, adolecemos de la comprensión de lo que significa una forma de Estado. Tenemos ya asociado en nuestro imaginario político que ser republicano equivale automáticamente a ser de izquierdas, y cuanto más republicano, más radical se es. Y al contrario pasa exactamente lo mismo. Se necesita superar esta visión si se quiere instaurar una república auténtica. Tan sólo hay que mirar otros países, y el caso más claro es Francia, nadie se imagina a Sarkozy solicitando la vuelta de los Borbones, y nadie duda que es conservador.
Vamos a hacer un poco de política ficción. Supongamos, en primer lugar, que España es una república, con la misma Constitución que la actual adaptada a una república. Tenemos un Parlamento bicameral, un Gobierno con un Primer Ministro, y un Jefe de Estado elegido democráticamente en vez de un monarca, que tengan exactamente las mismas funciones, una situación en absoluto diferente de otras repúblicas como la francesa, alemana o portuguesa, donde el Primer Ministro es el jefe de gobierno, y el Presidente de la república es la más alta institución del Estado y representante de la misma, pero sin apenas atribuciones.
En segundo lugar, vamos a ver un artículo de la Constitución del 78, el 62.d, que reza así: Promover el candidato a presidente del Gobierno, y en su caso, nombrarlo, así como poner fin a sus funciones en los términos previstos por la Constitución. Es brutal. Si se analiza, en ningún momento se dice que el Jefe del Estado tenga que promover a candidato a aquel que haya ganado las elecciones, si no que si quiere, en un ataque de humor o bajo los efectos de algún estupefaciente, puede promover a candidato a jefe del gobierno a cualquiera, incluido yo. Y el Parlamento tendría que votarlo.
Traslademos estas ideas a la situación actual. Un Jefe del Estado obligado a promover a candidato a Primer Ministro a uno del partido contrario. Sólo de pensar en ciertos editoriales se me pone la piel de gallina. O por ejemplo, un Jefe de Estado que tenga que llevar a cabo la política exterior de un Ministro del partido contrario. Y así podemos imaginar situaciones hasta aburrirnos. Las presiones ejercidas serían del todo inaguantables. Las acusaciones de estar vendido al partido en vez del país, constantes.
¿Estamos preparados para una republica? La respuesta es clara. No. Para nada estamos preparados. Es necesario un cambio de pensamiento tan extremo por parte de tantísimas personas que actualmente lo veo prácticamente imposible. Una república no se puede adscribir a una ideología, porque una república es una forma de estado. Y si no es neutral, no puede funcionar. Y sólo veo una forma de que se pueda llevar a cabo, y es algo de lo que adolecemos en la actualidad, una derecha republicana, ya sea porque nace de manera espontánea, o porque la monarquía actual se equivoque de tal modo que pierda todos los apoyos que tiene actualmente. Hasta entonces, habrá que esperar.
Un saludo.
Sí lo estamos, pero hasta la sucesión de Juan Carlos aún tenemos más tiempo.
ResponderEliminarYo pensaba estos días más o menos lo mismo. Al menos el monarca es "apolítico" y nos representa a todos mientras la gran mayoría de la gente siga empeñada en dividirlo todo en izquierdas y derechas, aunque eso me parezca a mí ya bastante trasnochado, porque hoy, ¿qué es ser de izquierdas o derechas?. No creo que ya tenga sentido. Luego alguien en twitter ha recordado que Italia es una república. Y se me han acabado de quitar las ganas.
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