El calendario tiene estas cosas. Cada 6 años el 12 de Octubre cae en miércoles, y uno de los puentes más significativos del año queda olvidado, y con ello, una de las fiestas más características e importantes de las que se celebran en Cangas de Onís, como es la Feria del Queso, donde la estrella indiscutible es el gamonéu, queda un poco escondida y desplazada a unas fechas que no le son naturales y se pierde la publicidad a uno de los productos más importantes de los que disponemos.
Aparte de estos detalles, este tipo de ferias sirven como termómetro para analizar como está la situación, sobretodo porque nos permiten analizar la evolución anual de una serie de productos, que dan una valiosa información del estado de la economía. Y las señales no son demasiado optimistas. Obviamente la asistencia ha sido menor que otros años, pero eso es algo esperado. Lo que es un poco más preocupante es que en los últimos años apenas se ha modificado el precio al que se venden los productos y apenas se ha visto un incremento en los kilos de queso vendido, lo que claramente supone un problema para los productores, ya que mientras a ellos cada vez les es más oneroso producirlo, les es imposible incrementar los ingresos, por lo que obtienen menos beneficios de la venta y se pone en peligro el futuro de la industria quesera. Esta es una situación que también se repite en otras ferias, como las ganaderas, donde las quejas son prácticamente las mismas.
Evidentemente, todo esto se engloba dentro de la crisis económica general en la que vivimos, y mientras no empecemos a salir de ella, es tremendamente complicado plantear soluciones para industrias tan concretas y pequeñas. Tan sólo nos queda esperar y aguantar, y comprobar si el año que viene surgen mejores datos. Una mejora significativa en las ventas y en los precios sería una buena señal para todos. Las ferias y mercados comarcales son un magnífico indicativo de cómo va la economía.
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