Columna publicada en el Oriente express el 26 de julio de 2011
Las infraestructuras es uno de los primeros temas que se suelen sacar a la palestra en los primeros días de cualquier nueva legislatura, y esta vez no iba a se menos. Y son tres los puntos de principal interés que concentran la atención. El primero de ellos es la eterna obra de la autovía del Cantábrico. La aparición de una cueva en Vidiago vuelve a poner aún más si cabe en entredicho el manoseado calendario de finalización. Aquí entran en conflicto dos intereses, la urgencia por terminar la infraestructura con el mantenimiento del patrimonio. Yo en todo caso me decanto por lo segundo. El patrimonio es riqueza común y debe ser preservado y estudiado. Mi mayor temor es que, como es norma habitual entre nuestros políticos, utilicen todo este asunto como arma arrojadiza en vez de buscar la mejor solución, con lo que las obras volverán a acumular más tiempo de retraso, si es que eso es posible.
El segundo punto es una vieja aspiración de Cascos, que es unir Ribadesella y Cangas de Onís mediante una autovía. Que a su vez choca con la propuesta alternativa de unir Colunga con Arriondas a través del túnel del Fitu. Tal vez en otros tiempos no tan lejanos se hubiesen acometido ambas infraestructuras. Pero ahora es imposible. Hay que tener muy claro cúal de las dos se va acometer y cúal de las dos puede ser más beneficiosa económicamente y menos dañina para el paisaje. Otra vez nos encontramos en la misma tesitura. Arma arrojadiza en vez de buscar la mejor solución. Y aunque sea bastante improbable que salga alguna adelante, sin duda será una de las culebras de la legislatura.
Y la tercera es otra aspiración, que ha tenido diferentes enfoques, y es unir Asturias con la Meseta a través del Pontón. La última propuesta del alcalde de Cangas de Onís es una vía rápida. Esta posiblemente sí tenga más sentido, pero ya en su momento la construcción de la carretera del Pontón fue de las más caras de Europa. Acometer esa obra, con el desnivel a cubrir, y por el terreno que pasa se antoja poco menos que titánica, amén del tremendo daño ecológico y de paisaje que pueda ocasionar será extremadamente caro, y actualmente no entraría en los planes de ningún Ministerio de Fomento. Estos son los tres principales focos de atención, pero veremos como en los próximos días salen más. Estaremos atentos.
martes, 26 de julio de 2011
lunes, 11 de julio de 2011
Los comunistas no quieren ser pobres.
Todos lo hemos oído alguna vez. Todos hemos soltado la dichosa frase de marras, y todos nos hemos enojado cuando la hemos leído o escuchado. "¿Pero ese no es comunista? !Que hace conduciendo un Mercedes! Pues vaya mierda de comunista." Y donde digo Mercedes, puedo decir que vive en un chalet o simplemente se va a cenar a un restaurante de lujo. Demagogia pura.
Todo viene de la idea que se nos ha implantado de que cualquier comunista tiene que ser automáticamente pobre, y por ende, cualquier ideología que mínimamente nos acerque al comunismo, nos convierte a todos en pobres, y eso es una gran falacia. Es uno de los grandes triunfos del liberalismo, hacernos creer que sólo a través del capitalismo se puede alcanzar la riqueza, y que cualquier otra forma de organización económica nos hundirá en la más absoluta de las pobrezas, cuando actualmente se está demostrando lo contrario.
El comunismo (o marxismo, o como queramos llamarlo) introdujo uno de los conceptos más válidos y que más están siendo atacados en este momento, como es la redistribución de la riqueza. La idea de que hay suficiente para que todos tengamos una vida digna choca con las corrientes actuales de eliminación del Estado del Bienestar. La doctrina imperante es que sólo a través de las empresas privadas se conseguirá la suficiente riqueza y que luego mágicamente repercutirá en los ciudadanos ( la famosa mano invisible de Adam Smith) cuando la realidad es que las empresas tienen como único objetivo ganar todo el dinero posible. Y que sólo aquellos que tienen un desmesurado éxito empresarial son los que tienen derecho a disfrutar de eso que llaman los placeres de la vida. A una persona de izquierdas le tienen que estar vetados. Y no es así. Nadie quiere ser pobre y ver pobres a los demás. La diferencia está en saber cuando tienes lo suficiente y pensar que los demás tienen derecho a disfrutar de lo mismo que estás disfrutando tú.
Además, como a mí me gusta contestar a la demagogia con demagogia, pongamos un ejemplo: Amancio Ortega, el español, según Forbes, con la mayor fortuna personal: 31.000 millones de € ¿Qué puede hacer con esa fortuna que, por ejemplo, no pueda hacer con 1.000 millones de €? Comparando con nuestro comunista del Mercedes y el chalet, Amancio puede:
- Comprar 387.500 Mercedes C-63 AMG
- Comprar 3.100 chalets idénticos al de Cristiano Ronaldo
- Invitar a cenar a 96.875.000 comensales en El Bulli
- Dar la ayuda de 426 € a 6.064.162 personas durante un año
Eso sí, nuestro querido Amancio será adorado como un genio y emprendedor, y al crear un par de fundaciones muy limitadas financieramente, un gran altruísta, y nuestro despreciable comunista será vilipendiado por hacer algo que la gran mayoría de la población hace, algo tan simple como comprarse un buen coche.
Un saludo
Todo viene de la idea que se nos ha implantado de que cualquier comunista tiene que ser automáticamente pobre, y por ende, cualquier ideología que mínimamente nos acerque al comunismo, nos convierte a todos en pobres, y eso es una gran falacia. Es uno de los grandes triunfos del liberalismo, hacernos creer que sólo a través del capitalismo se puede alcanzar la riqueza, y que cualquier otra forma de organización económica nos hundirá en la más absoluta de las pobrezas, cuando actualmente se está demostrando lo contrario.
El comunismo (o marxismo, o como queramos llamarlo) introdujo uno de los conceptos más válidos y que más están siendo atacados en este momento, como es la redistribución de la riqueza. La idea de que hay suficiente para que todos tengamos una vida digna choca con las corrientes actuales de eliminación del Estado del Bienestar. La doctrina imperante es que sólo a través de las empresas privadas se conseguirá la suficiente riqueza y que luego mágicamente repercutirá en los ciudadanos ( la famosa mano invisible de Adam Smith) cuando la realidad es que las empresas tienen como único objetivo ganar todo el dinero posible. Y que sólo aquellos que tienen un desmesurado éxito empresarial son los que tienen derecho a disfrutar de eso que llaman los placeres de la vida. A una persona de izquierdas le tienen que estar vetados. Y no es así. Nadie quiere ser pobre y ver pobres a los demás. La diferencia está en saber cuando tienes lo suficiente y pensar que los demás tienen derecho a disfrutar de lo mismo que estás disfrutando tú.
Además, como a mí me gusta contestar a la demagogia con demagogia, pongamos un ejemplo: Amancio Ortega, el español, según Forbes, con la mayor fortuna personal: 31.000 millones de € ¿Qué puede hacer con esa fortuna que, por ejemplo, no pueda hacer con 1.000 millones de €? Comparando con nuestro comunista del Mercedes y el chalet, Amancio puede:
- Comprar 387.500 Mercedes C-63 AMG
- Comprar 3.100 chalets idénticos al de Cristiano Ronaldo
- Invitar a cenar a 96.875.000 comensales en El Bulli
- Dar la ayuda de 426 € a 6.064.162 personas durante un año
Eso sí, nuestro querido Amancio será adorado como un genio y emprendedor, y al crear un par de fundaciones muy limitadas financieramente, un gran altruísta, y nuestro despreciable comunista será vilipendiado por hacer algo que la gran mayoría de la población hace, algo tan simple como comprarse un buen coche.
Un saludo
martes, 5 de julio de 2011
Políticos y fiestas alternativas. El fin de una idea.
Columna publicada en El Oriente Express el 5 de Julio de 2011
Hace bien poco pude asistir a una de las fiestas que más interés me causan y más disfruto de todo el verano, como es la de San Juan en Caravia. Y sobre todo por que se sale de la norma establecida hace tantos años de que las fiestas tienen que basarse en el triunvirato procesión-traje regional-verbena, como si no hubiese otra forma de celebrarlas. Para quien no la conozca, los principales actos son un pasacalles, quema de la hoguera y concierto de rock y folk, donde generalmente actúan las mejores bandas del Oriente y de otras partes de Asturias, permitiendo que puedan salir adelante. Expresión cultural en todo su esplendor.
Pero resulta que, a pesar del ambiente festivo y la gran cantidad de gente que acudió, había en el aire una sensación, más bien certeza, de que este año iba a ser el último. Todo motivado por el vuelco político de las últimas elecciones. Y yo estoy de acuerdo con eso. Por mucho que se les llene la boca a los nuevos regidores soltando soflamas de que van a gobernar para todos, es evidente que tienen la clara intención de eliminar cualquier acto que consideren que pueda atentar contra sus ideas, y a eso se le llama censura, se pongan como se pongan.
Escucharemos el argumento maniqueo de que hay que reducir gastos, que hay crisis. Y es que uno de los primeros afectados en tiempos de crisis es la cultura. Porque la cultura, a parte de ser la expresión artística de individuos o grupos de individuos, tiene la maldita costumbre de ser contestataria con quien ostenta el poder, y eso, cuanto más a la derecha estás, más te ofende, aunque ni mucho menos es exclusivo de ella. Así que San Juan en Caravia, Ribeseya Rock, y todo tipo de celebraciones que se salga de "como manda la tradición" tienen sus días contados. Realmente espero que el año que viene por estas fechas tenga que recordar esta columna y comerme mis palabras una por una, pero me parece que no será así. Gobernaremos para todos. Cultura para todos. Ya. Y yo me lo creo.
Hace bien poco pude asistir a una de las fiestas que más interés me causan y más disfruto de todo el verano, como es la de San Juan en Caravia. Y sobre todo por que se sale de la norma establecida hace tantos años de que las fiestas tienen que basarse en el triunvirato procesión-traje regional-verbena, como si no hubiese otra forma de celebrarlas. Para quien no la conozca, los principales actos son un pasacalles, quema de la hoguera y concierto de rock y folk, donde generalmente actúan las mejores bandas del Oriente y de otras partes de Asturias, permitiendo que puedan salir adelante. Expresión cultural en todo su esplendor.
Pero resulta que, a pesar del ambiente festivo y la gran cantidad de gente que acudió, había en el aire una sensación, más bien certeza, de que este año iba a ser el último. Todo motivado por el vuelco político de las últimas elecciones. Y yo estoy de acuerdo con eso. Por mucho que se les llene la boca a los nuevos regidores soltando soflamas de que van a gobernar para todos, es evidente que tienen la clara intención de eliminar cualquier acto que consideren que pueda atentar contra sus ideas, y a eso se le llama censura, se pongan como se pongan.
Escucharemos el argumento maniqueo de que hay que reducir gastos, que hay crisis. Y es que uno de los primeros afectados en tiempos de crisis es la cultura. Porque la cultura, a parte de ser la expresión artística de individuos o grupos de individuos, tiene la maldita costumbre de ser contestataria con quien ostenta el poder, y eso, cuanto más a la derecha estás, más te ofende, aunque ni mucho menos es exclusivo de ella. Así que San Juan en Caravia, Ribeseya Rock, y todo tipo de celebraciones que se salga de "como manda la tradición" tienen sus días contados. Realmente espero que el año que viene por estas fechas tenga que recordar esta columna y comerme mis palabras una por una, pero me parece que no será así. Gobernaremos para todos. Cultura para todos. Ya. Y yo me lo creo.
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